Jornada Laboral de 38,5 horas en España: ventajas y desventajas

La jornada laboral de 38,5 horas en España es un tema de gran relevancia en este momento ya que tiene un impacto directo en el ámbito laboral, económico y productivo de nuestro país. Esta normativa ha experimentado grandes cambios a lo largo de la historia y ha generado opiniones de todo tipo. En este artículo hablaremos en profundidad de la evolución de la jornada laboral en España y analizaremos las ventajas y desventajas que los cambios recientemente propuestos por parte del Gobierno pueden suponer.

Historia de la jornada laboral en España

La regulación de la jornada laboral en España ha evolucionado significativamente a lo largo de los años. Durante el siglo XIX las jornadas de trabajo eran largas con una duración de hasta 16 horas al día en muchos casos. Sin embargo, con el tiempo se fueron reconociendo los riesgos que para la salud y la seguridad de los trabajadores podían tener esas jornadas y se fueron implementando leyes que las limitaban.

El 3 de abril de 1919 el gobierno presidido por el Conde de Romanones publicó en el BOE una ley que establecía una jornada máxima legal de ocho horas al día o 48 a la semana en todos los trabajos, lo que supuso un gran avance para la época.

A lo largo del siglo XX esta normativa se fue adaptando a los diferentes sectores a medida que la economía, así como las necesidades sociales y laborales del país iban cambiando. Finalmente, la jornada laboral de 40 horas semanales fue incluida en nuestra legislación en junio de 1983 mediante una modificación del Estatuto de los Trabajadores.

Ventajas y desventajas de reducir la jornada laboral actual

Uno de los compromisos del gobierno es que la jornada laboral máxima pase de las 40 horas semanales que recoge el Estatuto de los Trabajadores a 38,5 horas a la semana en 2024 y a 37,5 horas en 2025.

Una de las grandes ventajas para muchos trabajadores es que se trabajaría menos tiempo por el mismo salario lo que a corto plazo significaría un aumento de sueldo.

Además, dedicar menos horas al trabajo y más a su vida personal y familiar hace que tengan más tiempo para practicar sus aficiones o hobbies y facilita la conciliación cuando hay hijos menores o familiares a cargo que necesiten su cuidado.

También supone un reto profesional ya que se ha demostrado que en muchos sectores y empresas una jornada laboral más corta puede aumentar el nivel de productividad de los empleados y hacer más atractivas ciertas ofertas de trabajo.

La combinación de todos estos factores puede contribuir innegablemente a mejorar la calidad de vida de los trabajadores.

Pero no todo son ventajas ya que, de entrada, una reducción de la jornada laboral manteniendo el mismo salario supone un aumento en los costes laborables de las empresas ya de por si elevados. No olvidemos que seguimos en un momento en el que la inflación sigue disparada y donde las cotizaciones sociales de los empleados en los últimos años han ido en aumento.

Ante este hecho, habrá empresas que puedan absorber ese aumento de costes a medio o largo plazo a través de un aumento de la productividad de sus empleados, que en la mayoría de los casos no será inmediata, y a través de una congelación de los salarios o disminución en las posibles subidas de los mismos, pero habrá empresas que no.

La realidad es que no en todos los sectores y profesiones es igual de factible un aumento en la productividad de los empleados ya que no es lo mismo trabajar en un puesto de comercial donde hay mayor flexibilidad en todos los sentidos que un puesto de técnico en una fábrica de coches donde los tiempos y los trabajos están más acotados. Otro ejemplo es el de algunos sectores como el de la hostelería y el turismo (muy importantes en España) donde una jornada laboral más corta puede ser difícil en la práctica ya la demanda de servicios durante los fines de semana y festivos puede exigir jornadas con horarios rotativos y flexibles a su vez

En un mercado globalizado donde las empresas españolas compiten con empresas de otros países que tienen jornadas laborales más flexibles puede suponer una merma en su nivel de competitividad.

Por lo que la primera desventaja es que no todas las empresas podrían soportar ese aumento repentino de costes y la segunda es que no siempre es factible un aumento de la productividad de los empleado por lo que ambas cosas acabarían teniendo como resultado la destrucción de empleo o una menor creación del mismo así como una merma en los salarios del resto de la plantilla.

Conclusión

La jornada laboral ideal puede variar según la industria, la empresa, la profesión y la persona ya que algunos trabajadores pueden preferir una jornada laboral más corta y tener más tiempo libre mientras que otros pueden estar dispuestos a trabajar más horas a cambio de una mayor compensación económica.

Como lo que vale para unas empresas y profesiones no vale para otras, lo ideal sería que existiera la suficiente autonomía para que cada “uno” se organizara en función de sus necesidades y esto solo es posible con una política laboral flexible menos intervencionista y que regule evaluando previamente el impacto negativo que pueden tener los cambios.

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